- Durante las fases críticas de la pandemia se requiere garantizar la producción, disponibilidad y accesibilidad de los alimentos: José Gasca, IIEc-UNAM, durante conferencia virtual La Ciudad y la Pandemia organizada por el PUEC.
- “La pandemia incidirá en el aumento de la inseguridad alimentaria, especialmente en los países pobres con menores recursos y capacidades institucionales y de la población para afrontar la emergencia”.
“El contexto económico actual y de los próximos meses provocado por la emergencia sanitaria impactará en los niveles de inseguridad alimentaria de la población”, aseveró el Dr. José Gasca Zamora, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, durante conferencia virtual del ciclo La Ciudad y la Pandemia organizada por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la Universidad el pasado 28 de abril.
En México, alrededor de 10 millones de personas que habitan en ciudades y zonas metropolitanas viven en condiciones de pobreza alimentaria. Apuntó que “las condiciones de inseguridad alimentaria son mayores en las ciudades ya que no se tiene la capacidad de generar alimentos, ahí vive la mayor parte de pobres y padecen el mayor número de desempleos”.
Por ello, es necesario emprender acciones estratégicas para garantizar la disponibilidad y accesibilidad hacia los alimentos por parte de distintos actores: gobiernos, productores del campo, empresas agroindustriales, distribuidores mayoristas y comercializadores minoristas. Asimismo, la población también tiene que adoptar medidas para el abasto, consumo, almacenamiento y preparación de los alimentos.
De acuerdo con algunos datos, la recesión provocada por la crisis sanitaria afectará a 170 países y dejará sin empleo a 25 millones de personas en todo el mundo. La Organización de Naciones Unidas (ONU) alerta la posibilidad de vivir una “pandemia de hambre” debido al incremento de hambrunas localizadas.
En el planeta, 830 millones de personas padecen hambre y hay 135 millones de personas en condiciones de inseguridad alimentaria aguda. “La pandemia incidirá en el aumento de la inseguridad alimentaria, especialmente en los países pobres con menores recursos y capacidades institucionales y de la población para afrontar la emergencia”.
En México, la caída de la economía por la declaratoria de sectores de la economía esenciales paralizó a aquellos considerados no esenciales como: minería, construcción, producción de cerveza, de madera y muebles, textil y confección, industria automotriz y de autopartes, turismo y restaurantes, actividades de culturales y deportivas, comercio minorista no esencial, entre otros.
El Dr. José Gasca estima la pérdida del PIB en México entre abril y mediados de junio de este año en -8.13 por ciento. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social calcula que entre marzo y abril de este año se perdieron poco más de 346 mil puestos de trabajo. Asimismo, el banco de México estima que se perderán 700 mil empleos por la COVID-19.
El investigador consideró que los sectores de la población más vulnerables durante la pandemia para garantizar el abasto alimentario en este contexto son: empleados de trabajos en sectores económicos altamente impactados; personas con empleos precarios e informales con ingreso limitado o irregular; personas sin ahorro, ni capacidad para generar reservas de alimentos; personas en mal estado de salud (particularmente, malnutrición, con enfermedades crónicas e inmunodeficiencia); mujeres embarazadas; personas que viven en situación de calle, huérfanos y niños vulnerables; adultos mayores y migrantes, repatriados y desplazados.
También dijo que un tema clave es el nutricional, ya que los casos agudos y fallecimientos por la COVID-19 están relacionados con comorbilidades vinculadas a la baja calidad en la dieta de los mexicanos: obesidad, diabetes e hipertensión.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México es el segundo país con más obesidad en América Latina, después de Estados Unidos. 70 por ciento de la población tiene sobrepeso u obesidad, lo que genera enfermedades asociadas a esta condición: cardiovasculares, diabetes, hipertensión, trastornos óseos y musculares y algunos tipos de cáncer.
Destacó que se debe avanzar en políticas nutricionales para reducir las actuales tendencias de enfermedades derivadas de una mala y deficiente alimentación, además de inducir a los niños y jóvenes a consumir productos nutritivos, dietas balanceadas y estilos de consumo sanos y concluir el proceso de regulación del etiquetado de los alimentos.
Después de que termine la pandemia, se debe fortalecer el apoyo a los productores del campo, a la economía campesina y de autoproducción y los productores de granos básicos; garantizar reservas nacionales de los alimentos y fuentes de suministros globales; avanzar en una estrategia de autosuficiencia alimentaria; recuperar y promover sistemas agroecológicos, de producción orgánica; mejorar la logística de sistemas de abasto de grandes ciudades y centros de distribución logística; así como también promover circuitos cortos de producción-comercialización e impulsar sistemas de abasto popular y modelos de comercialización de productos sanos.
Los principales retos de la disponibilidad de alimentos durante la pandemia en cuanto a la oferta son: garantizar reservas alimentarias de productos básicos; suministros del exterior, especialmente de granos y productos básicos que no se producen internamente; irrupción de los sistemas globales de suministro de alimentos; cierre de empresas, el confinamiento y la limitación de la movilidad que tiende a interrumpir las cadenas productivas alimentarias.
Igualmente, los desafíos en la demanda de alimentos son: la sobredemanda de productos que puede provocar desabasto temporal y volatilidad de precios; garantizar el manejo adecuado y la inocuidad de los alimentos; readaptar los sistemas de ventas de alimentos: incremento de las ventas por internet, reparto a domicilio y comida preparada para llevar; además de nuevas formas de compras y consumo de alimentos.