En este libro se analizan las políticas de las instituciones gubernamentales que han intervenido en el control y medición de la contaminación atmosférica durante las décadas de 1960 y 1970, y gran parte de las dos primeras décadas del siglo XXI. Se examina, además, el contexto en el que se adoptaron y apropiaron diversos instrumentos, protocolos y tecnologías para estimar las sustancias contaminantes más comunes en la atmósfera. Su pertinencia reside en explorar cómo se ha construido la noción de la calidad del aire, y quiénes la han hecho posible en la Ciudad de México. El texto presta especial atención a la manera en que la dimensión técnica está traspasada por asuntos políticos, sin que por ello deje de ser científica y técnicamente válida.

Dos grandes apartados dan forma al libro; en los dos primeros capítulos se exploran los antecedentes históricos relacionados con la definición del problema de la calidad del aire y con la pugna que generó la implementación de metodologías de medición; y en el capítulo tercero se exponen las prácticas de la entidad gestora respecto a la estimación de los contaminantes y su interpretación para generar la noción de calidad del aire.

Una de las aportaciones más valiosas de esta investigación es el estudio etnográfico realizado en el Laboratorio de Monitoreo de la Secretaría de Medio Ambiente del entonces gobierno de del Distrito Federal, cuyo propósito fue observar a los técnicos en su sitio de trabajo, qué hacían y cómo llevaban a cabo sus labores y así aprender acerca de la operación del sistema de monitoreo y de su cultura epistémica. El hallazgo crucial se encuentra en la práctica del tuneo o modificación de los instrumentos, como solución e interpretación local de los problemas de desempeño de las tecnologías, bajo el supuesto de que dichas intervenciones no comportan riesgos significativos para el proyecto de medición de la calidad del aire.