Ciudad de México, 24 de marzo de 2021.- Durante el primer Congreso de Estudios sobre la Ciudad del PUEC-UNAM, el Dr. Peter Krieger, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la máxima casa de estudios, dictó la conferencia magistral “Lecciones de la historia y estética ambiental para la ciudad pospandémica”, en la que precisó que, la imagen de la ciudad es política y revela el potencial de una sociedad de organizar su convivencia.
La pandemia que enfrenta en estos momentos la humanidad se torna como un momento crucial, que permite repensar y modificar las tendencias autodestructivas del ser humano que erosionan el desarrollo urbano.
El académico expuso que “la imagen es un catalizador del conocimiento y genera cognición sensorial en el individuo; respecto al caso urbano, la imagen de la ciudad es la expresión esencial de la política (polis). De esta forma, la imagen urbana es reflejo de cómo una sociedad desarrolla su convivencia e interacciones dentro de ella.
Uno de los graves problemas de la planificación urbana en Ciudad de México es la gran desigualdad y segregación social. Las imágenes, en comparación con los datos numéricos, exponen las representaciones reales del hábitat y de la pobreza, generando un choque más poderoso que provocan de manera más directa a la acción política. De este modo, la mejor manera de enfocar y exponer los problemas de la megalópolis es a través de las imágenes.
Los impactos antropógenos en el planeta se reflejan en un manejo no responsable del hábitat, con construcciones anacrónicas e insostenibles. El paisaje no es una construcción natural, sino una obra humana a través de la vista. En la actualidad, la hiper urbanización del paisaje ha cambiado de ser una combinación del hacer humano y la naturaleza, a un paisaje completamente urbano.
El Dr. Krieger expuso los efectos en la estética ambiental de la ciudad, como consecuencia de la contaminación en tres elementos: tierra, agua y aire.
La acelerada y descontrolada urbanización insostenible de la Ciudad de México niega la geo-diversidad de la zona y destruye los valores naturales. Este desarrollo desequilibrado se refleja en los asentamientos humanos sobre la faja transvolcánica, que forman parte del geo-paisaje de México, así como los socavones y los terremotos.
La mayor parte de la Ciudad de México se encuentra sobre tierra inestable. La construcción de zonas urbanas en terrenos no aptos, en base a la lógica comercial del desarrollo inmobiliario, provocan desastres catalogados como naturales que son en realidad desastres humanos. Santa Fe, en la alcaldía de Cuajimalpa, es ejemplos de la edificación de capas urbanas con altas desigualdades y ausencia de compromiso ecológico y geológico.
La desequilibrada condición hidrológica de la Cuenca de México por la urbanización ha originado una de las más graves crisis hídricas de la historia de la región. La disponibilidad de agua potable en Ciudad de México pone de manifiesto las desigualdades sociales entre las zonas periféricas, donde el grado de segregación social es mayor. También existe un problema de inundaciones cíclicas en temporada de lluvias en ciertas zonas, afectando directamente a sus habitantes.
Igualmente, el aire está altamente contaminado generando un problema ambiental que afecta claramente la salud de la población. Esta problemática es visible y genera un impacto estético en el sentido sensorial de las personas. El aire es un elemento invisible, que con los elementos tóxicos, cancerígenos y químicos, se hace totalmente visible en diferentes tonalidades.
En general las ciudades son parásitos del paisaje en términos del aprovechamiento de recursos naturales: producen un desarrollo autodestructivo infringido por el propio humano. De esta manera, sólo es posible menguar los impactos negativos de la expansión urbana sobre el medio ambiente, pero no solucionarlos por completo.
“El termino sustentabilidad se ha ocupado como un recurso retórico y de camuflaje para ocultar la realidad de las condiciones ambientales en las que se desarrollan los seres humanos. En realidad, el concepto se ocupa para destruir el paisaje. La sustentabilidad como tal no existe en la naturaleza, sólo es una forma más de hacer cultura. Es el mismo caso del concepto de resiliencia que se ha ocupado con fines políticos”, afirmó.
Una de las iniciativas para mitigar el daño a los ecosistemas es la reserva ecológica como un elemento clave para redefinir la relación ciudad-naturaleza hoy día. Igualmente, otra de las propuestas es la planificación de la Ciudad Esponja, que abre espacios libres para la vegetación salvaje y la vida silvestre, permitiendo el desarrollo de la naturaleza en los centros urbanos y mejorando las condiciones de vida tanto para los habitantes como para el ecosistema.