- Repensar políticas urbanas y de cuidado para tener ciudades, inclusivas, accesibles y habitables para todos, especialmente para las y los adultos mayores
Ciudad de México, 27 de septiembre de 2024. El incremento de la población de adultos mayores demanda planificar ciudades inclusivas y accesibles, así como políticas de cuidado y movilidad que respondan a sus necesidades.
Así lo plantearon las expertas en el panel “Ciudades y vejez: los retos de la urbe incluyente”, organizado por el seminario Ciudad habitable para todas y todos del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC). En la sesión se abordaron los desafíos que enfrentan las personas mayores en el entorno urbano, desde su autonomía en el espacio público, hasta el papel de las familias en el proceso de envejecimiento.
El envejecimiento de la población es uno de los mayores retos a los que se enfrentan las ciudades contemporáneas. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, la población de personas mayores de 60 años ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, pasando de representar el 6 por ciento en el año 2000, a casi el 12 por ciento en 2020.
Este fenómeno plantea un desafío no sólo en la salud pública, sino también en la infraestructura urbana y la provisión de servicios que permitan un envejecimiento digno y saludable. Las ciudades deben afrontarlo repensando la planeación y creando políticas urbanas de cuidado y movilidad que respondan a las necesidades de este sector de la población en aumento.
La Dra. Georgina Cárdenas, de la Universidad Autónoma de Yucatán, expuso su investigación sobre la autonomía de las personas mayores en las ciudades, con enfoque particular en los barrios, espacios clave para promover el bienestar en la vejez. Si bien, la mayoría de las y los adultos mayores habitan en zonas urbanas, muchas de estas áreas presentan infraestructuras obsoletas que no han sido adaptadas a las necesidades de las personas de la tercera edad.
Por ejemplo, en la ciudad de Mérida, donde en los barrios centrales residen muchas personas mayores, las viviendas antiguas y las banquetas desniveladas representan un obstáculo para la movilidad y la inclusión social.
Por ello, señaló la académica, es preciso implementar intervenciones urbanas que no sólo mejoren la infraestructura física, sino que también fomenten la participación activa de las personas mayores en sus comunidades, previniendo el aislamiento y fortaleciendo las redes sociales que son esenciales para su bienestar.
A pesar de que los municipios reconocen la necesidad de tener ciudades amigables para las personas mayores, los programas no logran intervenir a nivel barrial. Estos tienden a enfocarse en indicadores fragmentados, sin una visión integral que considere la accesibilidad continua y las condiciones sociales del territorio donde viven las y los adultos mayores.
Para garantizar una vejez autónoma y saludable, es esencial desarrollar políticas que promuevan entornos urbanos seguros e inclusivos, donde puedan participar activamente sin las barreras físicas o sociales que hoy enfrentan.
Por su parte, la Mtra. Ana Fidelia Aparicio del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM, hizo énfasis en el papel que juegan las familias en el cuidado de las personas mayores.
En México, 87 por ciento de los cuidadores de personas mayores son mujeres, generalmente esposas o hijas, lo que refleja una profunda desigualdad de género en la distribución del trabajo de cuidado.
A medida que el envejecimiento demográfico avanza, las familias se ven cada vez más presionadas para equilibrar las exigencias laborales con las responsabilidades de cuidado, lo que genera estrés y fatiga entre las y los cuidadores.
Según datos de la Encuesta Nacional sobre el Sistema de Cuidados, los hogares con personas mayores pueden gastar hasta 22 veces más en cuidados que aquellos sin personas de la tercera edad. Además, menos del uno por ciento de las personas encuestadas tiene acceso a servicios de cuidado diurno, lo que agrava la carga sobre las familias.
La especialista propuso implementar equipamientos de cuidado accesibles y descentralizados, como casas de día y centros comunitarios que alivien la carga de las familias y brinden a las personas mayores espacios para recibir atención adecuada que les permita participar en actividades recreativas y educativas.
También subrayó la necesidad de adaptar los espacios urbanos para que sean más inclusivos, no sólo para las y los adultos mayores, sino también para sus cuidadores.
Para garantizar que las personas puedan envejecer en sus hogares y comunidades de manera digna y segura, es clave mejorar la movilidad, ofertando servicios de transporte accesibles y seguros, y la creación de entornos barriales amigables.
De igual manera, fomentar la intergeneracionalidad, promoviendo espacios donde las y los mayores puedan seguir contribuyendo a la sociedad y que sean propicios para el intercambio de experiencias con las generaciones más jóvenes.